lunes, 14 de enero de 2013

Dakar: el rally de la muerte y la destrucción



Hace ya una manga de años que oíamos algunas noticias del rally Paris-Dakar. Por entonces era una competición fundamentalmente europea que alcanzaba su clímax en las tierras de África, en donde los conductores de los vehículos, imbuidos más del espíritu de algún safari de traficantes de marfil, que del espíritu de Airton Sena,  barrían con todo a su paso. Por todo entiéndase personas o animales, que morían por decenas estos últimos cada año. De allí que el famoso rally produjera las protestas de organizaciones ecologistas y sindicales de todo el mundo,  que exigían terminar con jueguitos y carreras, ya que al fin, la vida en África, debería ser respetada por encima de la búsqueda de diversión de los niños ricos del planeta.

Accidente mortal del Dakar en Perú
Ante las protestas, los organizadores se mudaron con su cara dura y el negocio a otras tierras: las nuestras. Donde han sido bienvenidos; más bien, muy bienvenidos. ¿Pero era para tanto el mal que causaba esta competición en tierras africanas? Sí. En los años previos al 2009, en que el rally macabro se mudó para Sudamérica, había dejado en África un rosario de 18 personas muertas en 30 años, buena parte de ellas niños de nacionalidades maliense, guineana, senegalesa y otras. Los muertos no participantes los ponía siempre África, nunca Europa a pesar de que el rally también se corría en ese continente. Todos los fallecidos eran simples espectadores o gente que como el primer niño muerto de la prueba, sólo jugaba en la carretera.  Esto sin contar a los 22 participantes de la prueba que también han muerto en el camino. En estos últimos años la cuenta de fallecidos se ha incrementado un poco.


En sólo tres años de competición en Sudamérica, los fallecidos no participantes de la carrera, han sido doce personas. En Argentina 3, en Chile 4 y en Perú 3 fallecidos en dos años. Los últimos dos fallecidos en Perú, eran personas que hacían un viaje en colectivo entre Perú y Arica, presumiblemente turistas. Con ellos  se accidentaron 8 personas de nacionalidad extranjera. Fueron embestidos por un vehículo de “apoyo” de la competencia. Resulta paradójico el esfuerzo del gobierno peruano por atraer el turismo, al tiempo que tiñe sus carreteras de sangre de desprevenidos turistas que nada tienen que ver con la competencia.  



Lo menos extraño de este Dakar, porque ocurre a menudo en sus entrañas,  es la muerte. La gente muere y no pasa nada. Es como en el teatro: la función debe continuar. La diferencia es que si en el teatro muere un actor en plena representación, los compañeros se acongojan, se detiene la función y el público comprende y hace suyo el duelo. En el Dakar los participantes mueren en carrera y ésta pasa sobre los cadáveres como guión holibudense. Del fallecimiento del piloto francés Thomas Bourgin sus compañeros sólo se han enterado por la prensa. El Dakar sigue adelante como si de liberar la Francia ocupada por los nazis se tratara. No hay minuto de silencio ni nada, es el salvajismo en su  expresión suprema. Y la multitud con sus fauces sangrantes aplaude impertérrita el espectáculo. De hecho, los responsables del gobierno peruano se congratulan del beneficio económico de 59 millones de dólares que dejó la prueba y los 30,000 visitantes recibidos. De los muertos sólo han dicho "vamos a investigar". Tanto en Chile como Perú, pero más en Chile, donde han enjuiciado a los responsables gubernamentales, arqueólogos han denunciado la destrucción de importantes sitios arqueológicos producidos por la carrera. 


Que el presidente de Perú, Ollanta Humala estuviera en la partida de la prueba manifestando que su país iba a ser puesto “en la palestra”; o que el presidente de Chile Piñera, visitara el campamento del rally en su país, sólo indica la asociación de la política con el espectáculo, el famoso pan o circo del que los calígulas hablaban hace ya 2000 años. Son tiempos violentos y algo cínicos.




Pueblo Libre, 13 de enero del 2013

domingo, 6 de enero de 2013

El 2013 en la Perspectiva



A juzgar por la cantidad de personas que me han confesado que este será su año, podrá faltar el pan; lo que no nos va a faltar es optimismo. ¿Están tan bien las cosas? ¿O es  efecto de la cantata de los medios? Para comenzar, en este 2013 Lima deberá enfrentar por vez primera la posibilidad de revocar a su alcalde. Una ciudad en la que según las encuestas, un 44% de la gente desea autoridades que “roben pero que hagan obra”, debe enfrentarse a sí misma. Más que Susana Villarán que parece haber hecho de la honestidad su sello, será la Lima frívola y permisiva la que este en el banquillo de los acusados. ¿Cómo saldrá de tremendo exámen? Si como parece ser hasta ahora, Lima revoca a su alcaldesa, las pérdidas serán considerables. No sólo los 200 millones que costará todo el proceso, sino también, la imagen destruida de una ciudad que engulle a sus mejores hijos minetras premia a gente como Castañeda "Comunicore" ¿Quién entiende una ciudad asi?. ¿El pecado de Villarán? Enfrentar a las mafias y a la corrupción. Nada menos.
Conflicto Marítimo: será un año crucial
Por otro lado, este año el Perú enfrentará el fallo del conflicto que lo enfrenta a Chile en la Haya. Toda la perorata de los medios no tendrá la menor influencia en los jueces. El periodismo capitalino parece no entender nunca cual es su verdadero alcance. Han jugado al patriotismo más populachero que se recuerde. ¿Son los argumentos peruanos tan sólidos como parecen? ¿Es que los chilenos son tan estólidos que no pueden diferenciar entre un tratado de limites y un acuerdo de pesca? César Hildebrant y Alvaro Vargas Llosa han alzado una voz de alerta y como no podía ser, este último ha sido llamado “agente chileno”. Es el precio de disentir, de pensar diferente, de romper el coro monocorde que a los directores de la prensa capitalina gusta tanto. Es eso último lo más preocupante. Si la prensa limeña dice que ganamos, hay que prepararnos para momentos duros, es lo mejor, lo sabio. No podemos esperar a que esta prensa que ha ganado mil partidos antes de jugarlos, nos esté diciendo la verdad. Ni siquiera nuestros diplomáticos no están diciendo la verdad. Aquí cabe la prudencia. Esto no es un partido de fútbol, Chile tiene sus propios argumentos que hacen contrapeso a los nuestros. Jugar como hace nuestro periodismo a aquello de “tenemos a los cuatro fantásticos”, no funciona. Los cuatro fantásticos han sido goleados. No términemos igual en un tema tan serio.


En economía las cosas son variadas. Si bien el temperamento popular es que mejoraremos, la verdad es que hemos cerrado el año con un ligero descenso en nuestras exportaciones. La crisis europea nos está pasando factura y si llega a agravarse se agravará nuestra situación. Conversando con dos amigos, uno de ellos sostenía que lo bueno de la crisis europea es que ello obligará a los inversores a invertir algo de su dinero en países como Perú, que se ha convertido en una estrella latina. Parece razonable. El otro amigo, se preguntaba no sin razón, porqué si el país crece, en sus bolsillos no hay más dinero. Es la verdad, son las paradojas de una situación en la que cada día recibimos noticias mejores en torno a nuestra economía, pero la gente, mucha gente, no lo percibe en sus ingresos. ¿O es que el de la mala suerte es sólo uno? O como en los tiempos de Fujimori, se nos está vendiendo una microatmósfera.


Personalmente me preocupa más que todo el tema de la educación. Uno de los amigos mencionado más arriba, un tipo que sabe mucho, decía que en los últimos años se han incorporado millones de peruanos en pobreza extrema al sistema educativo. Pero no es eso lo yo veo, le dije, yo miro gente que orina en el centro de la ciudad, con una educación paupérrima. Mi amigo responde, es que esa educación mínima, que no es para ti, esta llegando y es significativa para sectores que no saben leer ni escribir. Tiene razón. Lo malo, pienso yo, es que nos estamos nivelando hacia abajo. Sectores que antes recibían buena educación, ahora la reciben paupérrima. Y la consecuencia es la delincuencia generalizada azotando las ciudades. No hay tanto que celebrar y hay más bien mucho que hacer. Será un año como todos y acaso logremos un respiro y mejora, pero no hay que esperar nada espectacular. Los pobres de 1.25 dólares, ya no lo son con 1.26. No es ningún consuelo, es mentira estadística y concentración de la riqueza en pocas manos. Lo de siempre. Así empezamos el 2013.




Pueblo Libre, 6 de enero del 2013