jueves, 31 de marzo de 2011

Keiko Fujimori: La Dictadura Gentil


                 Redondo el rostro como una luna llena, Keiko anunció el lunes 29 de marzo a sus partidarios estar disputando el primer lugar en las elecciones peruanas. La realidad es que no ha incrementado en un voto su caudal, pero ha mantenido el segundo lugar ante la caída de Toledo y la subida de Humala, perdiendo además en marzo el 3% de las preferencias.

                Keiko ha tenido una campaña presidencial más bien en segundo plano. Ha vegetado tranquila en la seguridad de que la lealtad de la gente a la que su padre dio de comer le devolvería el favor. Pero se ha mantenido en ese lugar también por el cálculo y la pusilanimidad de Castañeda, Toledo y Kuczinsky, candidatos temerosos de espantar a los votos fujimoristas en la eventualidad de una segunda vuelta en la que cada voto cuenta. Pero se ha mantenido segunda también por la complicidad de periodistas y medios acomodaticios que le hacían notas sensibleras en lugar de indagar sobre los orígenes de los dineros con los que estudió en el extranjero. Así, la exigencia de credenciales democráticas dejó de ser importante.


                Keiko no ha destacado en estos cinco años por leyes a favor del pueblo o solucionadoras de problemas, tampoco por una solidez ideológica, o por su capacidad oratoria, su liderazgo es impostado como su sonrisa y su candidatura es por ser hija de papá, más que por méritos propios. No tiene ni de lejos, el carisma ni la honestidad (monetaria) de un Haya de La Torre, Belaúnde o Bedoya.    
              
                Keiko es la verdadera candidatura anti sistema, y la verdad sea dicha, a muchos esto parece no importar. En ninguna de sus presentaciones en este año o pasados Keiko ha deslindado con el golpe de estado de su padre. Durante los 10 años de la dictadura jamás dijo esta boca es mía frente a los atropellos constitucionales, las leyes de medianoche, los tíos acusados de robos por su madre, o los millones de Montesinos denunciados en 1,998. Tampoco dijo nada cuando en los años 1,995 y 2,000 la bancada parlamentaria de su padre sufría incrementos misteriosos, cuyo origen, después lo supimos, era el dinero para pagar tránsfugas. La amenaza de que retornen los Siura, los Medelius, la Colán, se cierne nefasta, pero también al copamiento del aparato público por una minoría nisei que acompañó al dictador y que hizo la vista gorda frente a sus tropelías. 

                Keiko llega y se mantiene en ese expectante segundo lugar también por la actuación de un partido aprista con el que tácita o explícitamente pacta un apoyo que se manifiesta en algunas votaciones. A diferencia del APRA de Jorge del Castillo en los 90, que se enfrenta a la dictadura, el APRA del presidente García del 2,006 concilia y consiente a cambio de los 13 votos del fujimorismo.

                Cuando en 1,990 elegimos a Alberto Fujimori, pensando en él como en un “chinito buena gente”, nunca pensamos que estábamos eligiendo al que se convertiría en jefe de la mafia que gobernó nuestro país por 10 años y que sólo salió de él por un hecho circunstancial: un video. En 1,991 los parlamentarios de entonces aplaudieron el ingreso de Fujimori a las universidades del estado pisoteando la constitución que se lo prohibía. Un  año después el presidente que habían aplaudido los desaforaba a sangre y fuego y los tanques tomaban el congreso. La amabilidad de los candidatos de hoy con la heredera del dictador, podrían abrir la puerta de un gobierno desde el cual mañana ella los expulse también a manguerazos y bombas. Pero entonces como en 1,992 ya será demasiado tarde. 

Lima, 30 de marzo del 2,011


domingo, 27 de marzo de 2011

Luis Castañeda en tiempos aquellos: “Esa es una loca”


              Luego de haberse retirado de la municipalidad de Lima con 86% de aprobación, como le gusta precisar, y de haber encabezado la elección presidencial peruana por muchos meses, Castañeda Lossio parece haber perdido todo contacto con la realidad y en ese extravío ha perdido también la punta electoral pasando a ocupar la quinta posición.


                Es cierto que nuestras elecciones son impredecibles y que la gente suele cobrarse revanchas contra los poderosos, pero el caso del ex alcalde limeño da para el análisis. El exabrupto gratuito de clara intolerancia sexual contra Carlos Bruce, marcó el inicio de su caída. Frente a los primeros indicios de que la realidad había cambiado Castañeda reaccionó negándola:  “No creo en las encuestas”. En el segundo paso, cuando las encuestas de A fueron refrendadas por B y por C, Castañeda emprendió una guerra no santa contra las encuestadoras. Nada de cambiar de estrategia, dar cara en los medios, hacer mítines, bailar, cantar…nada, ni hablar. En su  estrepitoso descenso el hombre de amarillo tuvo mucha ayuda. Un congresista de su partido que en el 2,007 había puesto a trabajar dentro del congreso a su amante, resultó ser uno de sus más acérrimos defensores; un antiguo chauchiller de Toledo, huachafo como él solo, salió también a la defensa  echando barro con ventilador a su ex jefe; si un enemigo hubiera querido tumbar a Castañeda no lo hubiera hecho mejor.

                De pronto el candidato favorito ya no era tal, sino el tercero. En una campaña el candidato presidencial es responsable principal de lo que pase, él elige que hacer, que decir, que rumbo tomar. Frente al informe de gestión de la municipalidad de lima, Castañeda decidió enviar a su barra brava para matar al mensajero. Yarrow, Waisman, Parra, Morales, Pacheco, Mekler, amenazaron a Villarán con los fuegos de los infiernos y de vacarla del cargo como si ella fuera el enemigo a derrotar en las elecciones. Por la cabeza de Castañeda no pasó el afrontar los problemas, tomar el toro por las astas, o siquiera hacer una campaña más emotiva, con mayor inspiración y mucha mas transpiración. 

                La estrategia ha sido quejarse, llorar. Habla de escaleritas como by-pases, de piscinas de pobres como clubes de regatas, de hospitales al paso como clínicas cubanas de primera. Es un discurso que nadie cree pero que él repite con fe de carbonero, sin comprender que el país exige mucho más que un alcalde para gobernante. Para remate insiste en una posición soberbia frente a la prensa, como su negativa de presentarse con Rosa María Palacios, que no será un ángel del señor, pero que tampoco es el cuco. 

                Comunicore, obras que sufren inflaciones sospechosas en sus costos, mala gestión, una lista congresal impresentable, una candidata a la vicepresidencia que compra el cargo, son todos síntomas de una descomposición muy fuerte y acelerada que Castañeda no parece advertir y que deben parecerle normales. A sólo 2 semanas de la elección presidencial, la locura parece estar instalada en los predios de Castañeda, donde en enero algunos se ya se probaban fajines ministeriales y otros ensayaban juramentos frente al crucifijo del congreso. Sólo un milagro convertirá en presidente al hombre de la eterna camisa amarilla. Del quinto lugar es imposible bajar. Esa es la buena  noticia.


Pueblo Libre, 27 de marzo del 2011

viernes, 25 de marzo de 2011

La hora del Planeta ó el autoengaño del Planeta


             Este sábado 26 de marzo se celebra la llamada “Hora del Planeta”, iniciativa que tiene como objeto sensibilizar al mundo acerca del cambio climático. Se  celebró por primera vez en el 2,007 en Sydney, Australia; desde entonces decenas de países y cientos de ciudades se han sumado a la acción. Hasta allí todo bien. El hecho es loable, pero no nos engañemos. Les diré porqué.

Cambiar o morir, sin mentiras.

            En el blog de la  FIAT peruana dice: “El año pasado el Perú obtuvo uno de los resultados más impresionantes con 8 millones de personas participando….” Eso es como si en todo Lima se hubiesen apagado todas las luces durante 60 minutos. No fue así, se apagaron poquísimas luces, acaso las más indispensables en algunas casas, el sector comercio funcionó a plena luz, sin complejos. En el resto del país la participación fue mínima. Lo que sí menudearon en los días previos fueron las estrellitas mediáticas necesitadas de promoción que aparecieron para la foto para “sumarse a la iniciativa”. También contribuyeron algunos periodistas deseosos de notoriedad. Si para curarnos mentimos, no nos curaremos.

            Las luces se apagan un día sábado, entre las 20.30 y las 21.30 (¿y si a la medianoche?). A esa hora y ese día el sector industrial está apagado y la parte de él que está funcionando no deja de hacerlo. El enorme sector estatal no trabaja los sábados, y el sector comercio ya lo dijimos, trabaja sin complejos, money is money; sólo nos queda el sector doméstico y allí no pasa nada.  

            El año 2010 y también en años anteriores, los alcaldes de la capital peruana han sembrado masivamente postes con luces ornamentales de entre 20 y 50 centímetros de altura, por cuanta avenida vistosa existe en sus distritos, con propósitos más bien electorales. Luces absolutamente innecesarias que harán las delicias de hormigas y chanchitos, pero que no suman a la seguridad de las calles. Esas luces suman al cambio climático, contaminan, y nadie dice nada. Son miles y miles de luces encendidas innecesariamente todos los días del año.

            Si las luces se encienden en el planeta un promedio de 10 horas diarias, en un año estarán encendidas por 3,650 horas. Ya sé que es un cálculo arbitrario, hay fábricas que funcionan 24 horas sin parar y no con un foco, pero no tenemos un cálculo mejor. Si de esas 3,650 horas apagáramos el planeta entero (cosa que no ocurre) por una hora, estaríamos ahorrando 1/3,650 avo de energía y evitando esa misma cantidad de cambio climático anual. En 3,650 años avanzaremos un año.

            Vamos, ¿a quién queremos engañar? No hay que inundar noticieros como si hubiéramos evitado la colisión con el planeta Hercóbulus. La iniciativa es buena pero necesitamos hacer ajustes. Menos estrellitas para la foto y más conservacionistas y verdes y ecologistas y ambientalistas que digan su palabra y expliquen el porqué y el cómo. Menos figuritas de sociales diciendo “súmate” y más conciencia en colegios, universidades y hogares. Menos periodistas cómplices y ciegos y mudos y sí otros que les digan a los políticos que no pongan luces innecesarias. Finalmente, más batalla  por un cambio de mentalidad sobre todo en el sector industrial, que es el que más contamina y nos orilla a una catástrofe global a pasos agigantados, como en Fukushima. El cambio es necesario, las mentiras y el autoengaño con parafernalia sobran.

Pueblo Libre, marzo del 2011


domingo, 20 de marzo de 2011

Fukushima. La Secuela.


                  Si bien en las últimas horas los equipos a cargo de la amenaza nuclear parecen haber conjurado el desastre, es imposible decir que el peligro se haya extinguido. En primer lugar porque aunque nadie lo alerta se ha impedido la fundición del núcleo (lo cual es bueno), pero aún, a hoy 19 de marzo, la radiación no se ha detenido si bien es baja. En segundo lugar porque las réplicas del  terremoto continúan ocurriendo y éstas podrían resquebrajar aún más las estructuras de los seis reactores nucleares de Fukushima. En tercer lugar porque se sigue luchando con un enemigo –el átomo- desconocido, que no se estará quieto siquiera cuando tenga un mausoleo de concreto cubriéndolo, y será una amenaza por los 24,000 años siguientes.

Enfriando los reactores a manguerazos: el último recurso
                 ¿Hay motivos para el optimismo? Claro, y mucho. El gobierno japonés luego de sus veleidades  iniciales ha debido confirmar el hallazgo de partículas de Yodo radiactivo en el agua potable de Tokio y otras ciudades. Han añadido que las dosis radiactivas son inferiores a los límites legales. ¿Les creemos? También reconoce el gobierno haber hallado altos niveles radiactivos en la leche, espinaca y otros productos agrícolas en torno a Fukushima. ¿Sólo Fukushima? Si tenemos en cuenta que la radiación ya fue detectada en California luego de viajar 8,000 kilómetros, ¿De que hablamos? Por cierto, la radiación es llevada por los vientos dentro del respectivo hemisferio, por ello en el hemisferio sur no habrá que preocuparse demasiado, pero el hemisferio norte, específicamente EEUU, ya agotó las provisiones de pastillas de Yodo en sus almacenes.

                El gran problema, casi tan grave como los reactores nucleares, es que los japoneses usan y abusan del Tate Mae, que básicamente consiste en ocultar la verdad, para ser amables. Algo similar  (pero elevado a todo orden de cosas) a lo que ocurre en occidente cuando confesado el amor por una fémina ella responde con el clásico “Te quiero como amigo”, o la más reciente “No eres tú, soy yo” al romper una relación. Para los japoneses un “Lo pensaremos” en el ámbito de negocios, es en verdad “No insista, no nos interesa”. De allí a que los gobernantes nipones oculten a sus ciudadanos y al mundo entero la información, hay un solo paso. Ya sabemos que el primer ministro Naoto Kan increpo a Tepco “¿Qué diablos está pasando?” cuando se enteró que la compañía había demorado una hora en informarle de las explosiones en los reactores.

Presidente de TEPCO estalla en llanto luego de conferencia
                   Cabe preguntarse que pasó con los manifestantes antinucleares de las décadas de los 70s y 80s del siglo pasado. Con éxito diverso en sus reclamos, tras la caída de la URSS colgaron sus pancartas y tuvieron hijos y nietos. Los hijos se convirtieron en Yupis y renegaron de sus padres; y los nietos, los Alex Keaton tardíos de nuestros días, están convertidos en esos jóvenes embobados, generación “chuchería electrónica”, que mira con desconfianza las pancartas de sus abuelos que condenaron el horror nuclear; mientras machucan sus IPODS, sus Blackberrys, y se mandan Twits contándose todo, hasta los bostezos. En tanto los gobiernos que los abuelos combatieron son los mismos y juegan a ser dioses con peligro para todos.

                Este desastre japonés nos deja lecciones. Los gobiernos que la pegan de poderosos pueden ser rebasados en dos por tres por la naturaleza y dejarlos mal parados. El estado de bienestar de las naciones ricas puede desplomarse en abrir y cerrar de ojos y convertir a un pueblo de privilegios en uno del tercer o cuarto mundo al menos temporalmente.  Ver a los japoneses tratando de apagar la central nuclear a baldazos de agua es chocante cuando imaginábamos que tendrían todo controlado y lucharían con cosas automáticas controladas por botones y robots.También inspira una reflexión la disciplina que muestran ante la pérdida de todo o casi todo.

                Si en las sociedades antiguas los guerreros probaban su valor devorando el corazón del enemigo o bebiendo su sangre, nuestra sociedad civilizada pasará en los siguientes meses (o años) por una prueba similar. Cada vez que ingiramos un alimento o bebida, deberemos preguntarnos si este estuvo o no expuesto a la radiación, o si fue irrigado con agua contaminada. Hasta Popeye deberá desconfiar de las espinacas. 


Pueblo Libre, marzo del 2011


miércoles, 16 de marzo de 2011

De la Sociedad de Consumo a la Sociedad del Terror: Fukushima


                De necesitar un auto pasamos a necesitar la 4 x 4, y de esta a necesitar una Hammer. De necesitar la casa, pasamos a necesitar la otra, luego la casa de playa, el departamento caro. De necesitar alimentarnos pasamos a necesitar comer en la calle, y después a comer con Gastón, de lujo.
                Responder a nuestras banalidades ha llevado a la sociedad de consumo a  construir centrales nucleares para generar electricidad entre otras cosas. En el accidente de Chernóbil murieron miles de personas pero fueron muchos más los que pudieron morir. El gobierno ruso minimizó el incidente en las primeras horas optando por el silencio para no producir pánico en su población. Mientras eso ocurría la nube radiactiva daba la vuelta al planeta. Se calcula que alcanzó a dar tres vueltas completas al mismo.
                Sellar la central nuclear de Chernóbil no fue fácil. Este propósito exige llegar a la misma, “meterse en ella”, y cubrirla con un sarcófago de concreto o piedra que lo selle e impida la fuga. El problema es que quien se mete en la radiación para sellarla morirá inevitablemente y nadie quiere morir. En Chernóbil se usaron 700,000 liquidadores, personas que sin mayores armas que una plancha de plomo en el pecho trataban de cubrir la fuga. La mortandad fue mayúscula pese a que sólo se enfrentaban a la radiación por 3 minutos, tiempo permitido para “evitar” que mueran. Se calcula que más de 8,000 murieron inmediatamente. Entre los primeros que enfrentaron esta misión estuvieron los soldados y campesinos soviéticos, verdaderos héroes que entregaron sus vidas por la humanidad.

 El enlace muestra un video que puede herir susceptibilidades
                
              Es imposible cuantificar los efectos del accidente de Chernóbil. Desde el envenenamiento del agua y la leche que mataron por ingestión a muchos miles, pasando por sucesos extraños como las “vacas locas” y el nacimiento muchos años después del accidente de niños con deformaciones físicas monstruosas.
                No es pues fácil sellar una central nuclear, ni es cierto que se pueda “tener el control” cuando ocurren explosiones, como los japoneses han querido hacer creer. Producida la fuga radiactiva la nube atacaría no sólo a Japón, rodearía el planeta. La radiación no se ve ni se huele, ni se siente. En estos momentos los cuatro reactores nucleares de Fukushima o tienen problemas o han explotado. Ya la tragedia es innegable. En Chernóbil el problema fue un reactor nuclear, en Fukushima son cuatro.  Y lo peor, Japón sigue temblando. Un movimiento fuerte  ú otro terremoto desencadenaría una desgracia atómica.  Cabe preguntarse si los 50 ingenieros japoneses podrán hacer lo que en la URSS se llevó la vida de miles. Ojala.

Explosión en la central nuclear de Fukushima
                 Cambiar la sociedad de consumo que ahora parece el único modelo imaginable de vida, parece ser una neurosis, pero a través de terremotos como los de Japón, Chile, Haití, China; y tsunamis como los de Japón e Indonesia, la tierra parece estar hablando cada vez más alto acerca de nuestra forma de vida. Según el Foro Mundial de la Naturaleza la humanidad ya consume el 50% más de lo que la tierra genera, añadiendo que un estadounidense consume 6 veces lo que un africano; de seguir el ritmo de consumo actual, para el 2,030 necesitaremos 2 planetas. Viviremos según el mismo modelo, pensando que la desgracia es de los otros, hasta que la tierra nos de muestras inequívocas de que andamos errados en el camino del consumo desproporcionado y loco, que los medios ligan con el mundo libre y la democracia en tremenda hipocresía. 


Pueblo Libre,  marzo del 2011